Ya es posible mover un brazo robótico con la mente sin necesidad de implantes

brazo robótico

Muchas son la soluciones que ya están en el mercado, casi todas ellas literalmente prohibitivas para un usuario normal por temas económicos, mediante las cuales ya se puede mover un brazo robótico externo e incluso una prótesis de última generación con la mente. Uno de los puntos negativos de las mismas lo encontramos en la necesidad de tener que instalar implantes en el cerebro.

Como bien sabes, el mundo de la tecnología prácticamente a diario se presentan nuevas soluciones cada vez más avanzadas. En este campo en concreto tenemos que destacar que son muchos los equipos de investigación de empresas privadas o universidades que trabajan en el desarrollo de interfaces neuronales y los resultados son simplemente asombrosas.

Esta nueva interfaz cerebro-ordenador te permite mover un brazo robótico con tan sólo pensarlo.

Hoy quiero que hablamos sobre la última gran novedad presentada por un grupo de investigadores de la Universidad de Minnesota que han conseguido crear una interfaz avanzada con la que poder controlar un brazo robótico con tan sólo pensarlo, sin necesidad de instalar sensores en nuestro cerebro mediante una intervención quirúrgica.

Tal y como se comenta en el paper publicado, estamos ante el primer proyecto que es capaz de utilizar con éxito una interfaz cerebro-ordenador no invasiva que, como puedes ver en las imágenes, se basa en un casco con una configuración de electroencefalografía basado en 64 electrodos que registran la actividad eléctrica del cerebro. La clave del sistema, tal y como han confirmado, radica en el uso de un sistema de machine learning que permite procesar la señal para posteriormente decodificarla y traducirla en movimientos que serán ejecutados por el brazo robótico.

Durante las pruebas realizadas, el equipo de investigadores consiguió que todos los voluntarios pudieran mover el brazo robótico con movimientos sencillos. Como detalle, la precisión osciló entre el 70 y el 80% a demás de que todavía existe cierto retraso entre el momento en el que ocurre el pensamiento y el brazo comienza a moverse.

Más información: Universidad de Minnesota


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