Análisis de Destiny

Destiny

A pesar de las estrechas y fructuosas relaciones que mantuvo con Microsoft en el pasado, Bungie decidió soltarse de la mano y echar a andar sola, a sabiendas que su buen hacer con la saga Halo era una carta de recomendaciones que le iba a bastar para encontrar rápidamente a un nuevo compañero de viaje. Y ahí entró en juego Activision, a quien no le faltó tiempo para firmar un contrato con Bungie con el objeto de crear una saga que debería durar hasta diez años.

Cuando se formalizó el anuncio de Destiny, muchos fueron los que esperaban que éste se convirtiera en un sucesor espiritual de Halo con tintes de RPG, en un vasto universo lleno de aventuras y posibilidades. Hemos tenido que aguardar hasta la culminación del lento desarrollo de esta primera entrega que, al fin, está entre nuestras manos, aunque ahora nos asalta la cuestión: ¿ha merecido la pena la espera? Te lo contamos en nuestro análisis.

Tras probarlo, las sensaciones que Destiny ha dejado en mí no han sido plenamente satisfactorias. No cabe duda de que la apuesta de Activision ha sido arriesgada, pese a contar con el trabajo de un reputado estudio tras las líneas de código del juego. Los aires de grandeza con que la editora ha envuelto a Destiny y la inversión en publicidad, no parchean, sin duda, las carencias del juego. Y hablando de números, para que os hagáis una idea de la envergadura del proyecto, Activision destinó hasta 500 millones de dólares al mismo –GTAV tuvo un presupuesto de 265 millones de dólares-, pero ojo, que de acuerdo a Pete Parsons, de Bungie, el desarrollo en sí de Destiny no contó con tal cantidad, y tirando de aquel supuesto contrato que se filtró, serían 140 millones con los que contaron los creadores de Halo para elaborar el programa, mientras que los 360 restantes habrían ido a engrasar la maquinaria del márketing. Destacar que el lanzamiento del juego se ha convertido en un éxito y que, justamente, en tan solo 24 horas, Activision se ha embolsado 500 millones de dólares por las ventas directas de Destiny.

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El modo campaña no cuenta con una trama realmente compleja o mínimamente absorbente: no es más que una arquetípica historia de ciencia ficción con viajes interplanetarios y de héroes y villanos luchando por sus estandartes. Y si os hablo de duración, puede que algunos os echéis las manos a la cabeza y lo tachéis de imposible, pero en la partida registrada he podido comprobar que con poco más de 6 horas he podido poner fin de malas ganas a una historia insulsa. Claro, ahora es cuando muchos me dirán que realmente el bloque central del programa y el que puede brindar las decenas de horas de jugabilidad es el modo multijugador, y razón no les faltará, pero aún siguiendo habiendo peros importantes.

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El más preocupante, sin duda, es la falta de contenido. Habrá distintas formas de rejugar áreas del juego, pero nos limitamos a tareas repetitivas -ir de un punto a otro a matar enemigos- y a revisitar los mismos escenarios una y otra vez, y esto, en un programa con grandes pretensiones y que pretende aunar dos géneros en uno, FPS con MMO, juega totalmente en su contra. Ojo, que ahí tenemos los Borderlands, con un planteamiento jugable que se mueve en la misma línea, pero Gearbox se molestó en atiborrar de descargables y contenidos a sus programas, especialmente a la segunda entrega -aunque muchos, y siendo un acertado diagnóstico, se sintieron asfixiados con tanto dlc y tener que aflojar la tarjeta de crédito cada dos por tres para exprimir al máximo el juego por el que ya pagaron sus decenas de euros el día de lanzamiento-.

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Tenemos cuatro zonas: Tierra, Luna, Venus y Marte, con 19 misiones de campaña y 5 de asalto -solo accesibles vía cooperativo-. También tenemos incursiones de exploración y cuatro modos de multijugador competitivos. También tenemos tareas secundarias, como contratos, eslomarnos para conseguir nuevas armas, incluso intentar superar la aventura usando en tres partidas diferentes a los tres distintos personajes -aunque sus diferencias casi son anecdóticas y debemos cuidar las subidas de nivel, ya que son imprescindibles para poder acabar con algunos enemigos–. Puede sonar a mucho por hacer, pero no creáis que será algo fresco y no puedo imaginarme las caras de muchos cuando lleguen a zonas y escenarios cerrados con muros invisibles que, con toda probabilidad, dejarán de ser territorio virgen cuando paguemos el precio del dlc de turno que nos servirá como pasaporte para adentrarnos y explorar a nuestro gusto.

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Como decía, demasiado reiterativo, limitado y sin verdaderos alicientes como para estar dedicándolo largas sesiones de juego: ¿en serio creen que voy a estar perdiendo tiempo repitiendo misiones o recolectando hierbas para poder comprar una mejora de un arma o hasta una capa y volver a pasarme de nuevo una misma zona que ya habré explorado un par de veces? También hay que mencionar otros detalles, como una IA no muy prodigiosa y situaciones donde nos topamos con duros jefes finales que cuentan con barras de vida de una extensión poco apetecible, que te empuja a la necesidad de contar con un colega o varios para poder superar ese escollo -aunque con el nivel de inteligencia artificial del que os hablaba, tampoco es necesario ser un verdadero estratega para vencer a estos enemigos-. Y respecto a las razas, pocas y nada variadas, topándonos con oleadas de enemigos clónicos, donde uno más duro que otro viene representado por un color más llamativo y hasta podemos ver que algunos modelados se han agigantado para tener un jefe de turno sin más.

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A nivel de control, como cabría de esperar y no de otra forma, Destiny es puro Halo. En cuanto al sistema RPG, tenemos un árbol de habilidades limitado a la mínima expresión en cuanto a personalización. Es cierto que cada personaje tiene sus habilidades características, pero no marcan una diferencia muy radical que determine que usemos uno u otro, ya que a la hora de la verdad, podemos usarlos prácticamente de forma indistinta. Artísticamente, los diseños futuristas no son reprochables, en absoluto, pero sí resultan en su mayor parte un tanto genéricos, es más, hasta a veces tendremos algunas visiones que nos traerán recuerdos de las aventuras del comandante Shepard, aunque no precisamente de los momentos más épicos -justamente otro de los ingredientes ausentes en Destiny: pasajes legendarios-. A nivel gráfico resulta un tanto irregular la puesta en escena, con algunas texturas y detalles que parecen impropios del que tendría que ser uno de los abanderados de la nueva generación de videojuegos, aunque teniendo en cuenta el vasto escenario, podemos ser algo benévolos y levantar la mano. En la bso se nota el buen hacer de Martin O’Donnell, quien parece que no repetirá en la dirección de sonido tras su marcha de Bungie, y respecto al doblaje, las cansinas voces de siempre. Remato con el detalle adicional de que se nos pedirá estar siempre en línea y que un corte de la conexión echará al traste el esfuerzo invertido tras el último autoguardado.

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Destiny resulta un peculiar híbrido entre Halo y Borderlands, que trata de reunir en una sola experiencia algunas de las características más singulares de esas franquicias. Sin embargo, Bungie no ha sabido crear un juego épico, mucho menos rompedor y que encaja dentro del conformismo en muchos apartados. Es más, sin morderme la lengua, me atrevo a decir que el revuelo montado estos días alrededor del juego ha sido más una respuesta al marketing que al propio programa en sí.

La campaña resulta corta y el contenido del juego rápidamente se vuelve escaso y repetitivo, aún a sabiendas de que la verdadera experiencia llega a través del modo en línea, y llegados a este punto, tened presente que necesitáis una suscripción activa de Xbox Live Gold -en el caso de Xbox One y Xbox 360– o PlayStation Plus-para PlayStation 4, en PS3 no es necesario-. Ciertamente, ahora no resulta muy atractiva la propuesta de Destiny, quizás, en el futuro, con los planes de contenido descargable sobre la mesa -lo cual supondrá sangrar más el bolsillo del usuario-, pueda ser más interesante explorar la galaxia junto a vuestros aliados.

NOTA FINAL MUNDIVJ 6


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