Microsoft, a diferencia de Apple, tiene un enorme handicap a la hora de diseñar cada nueva versión de su sistema operativo. Apple tan solo tiene que crear un software que sea compatible con los componentes de sus dispositivos, que siendo una lista muy concreta, facilita mucho el proceso. Sin embargo, Microsoft tiene que adaptar cada nueva versión de Windows a la práctica totalidad de tarjetas gráficas, procesadores, tarjetas de red, wifi, bluetooth… Conforme un sistema operativo se ve superado por uno nuevo, el desarrollo del anterior únicamente se basa en tratar de mantenerlo protegido ante los posibles fallos o vulnerabilidades que se puedan detectar. Nada más.
Si llegan al mercado nuevos dispositivos o componentes, Microsoft, como es lógico, no va a perder el tiempo haciendo que sus sistemas operativos más antiguos sean compatibles con estos y como prueba de ello, lo encontramos en que Microsoft no ofrecerá más actualizaciones a todos los ordenadores que estén gestionados por alguno de los últimos procesasdores Kaby Lake de Intel o los Ryzen de AMD. Si has actualizado tu PC con Windows 7 a alguno de estos procesadores, seguramente habrás visto como a la hora de buscar actualizaciones el sistema operativo no devuelve el siguiente mensaje: Tu PC utiliza un procesador que no tiene soporte en esta versión de Windows. La única opción que nos queda es actualizarnos a Windows 10 para poder aprovechar todo el potencial que nos ofrecen estos procesadores.
Microsoft ya dio a entender que las versiones previas a Windows 10 no tendrían soporte para los nuevos procesadores, pero no lo había anunciado de forma oficial. Windows 10, es la última versión de Windows disponible en el mercado, versión que es compatible con cualquier nuevo procesador que se lance al mercado, algo que no harán las versiones más antiguas de Windows, unos sistemas operativos que con el tiempo están disminuyendo su cuota de pantalla en el mercado, cuota que poco a poco está absorbiendo Windows 10.