Hemos dejado ya a nuestra espalda los E3 de 2012 y 2013, dos de esas fiestas del videojuego que prometían poner muy alto el listón en cuanto a ilusión y expectación generada. Y no era para menos: en uno la protagonista fue Wii U, la nueva consola de Nintendo y en el otro fueron Playstation 4 y Xbox One las que atrajeron los focos.Hoy, con las tres consolas en el mercado desde hace meses, es extraño ver cómo en el ambiente se respira de todo menos esa ilusión que debería vivirse a principios de una nueva generación de consolas con todo lo que eso conlleva: nuevos juegos, mejores apartados técnicos, experiencias innovadoras, etc.
Por esto y por motivos añadidos que han lastrado las consolas como el precio excesivo de Wii U, unas políticas, en origen, draconianas para con el usuario en Xbox One y una escasez de juegos exclusivos de alto nivel a nivel general, el E3 de este año vuelve a ser, para bien o para mal, el más esperado de los últimos años y, de cara a las compañías, el más necesitado. Y es que Microsoft, Sony y Nintendo, cada una con sus circunstancias y todas en situaciones mejorables, necesitan generar atracción y hacer que el público mayoritario, más allá de los early adopters, quieran comprar su consola en una feria que, a pesar de los múltiples anuncios y filtraciones previas, apunta a ser una de las más completas de los últimos años.
Nintendo es la que lleva ventaja en cuanto a tiempo en el mercado por lo que, siguiendo la lógica y atendiendo al lapidario antecendete de Wii, lo comprensible sería que fuera a la cabeza, y sin demasiadas complicaciones, en las tablas de ventas. Así pues, un hardware desfasado, una propuesta que no han sabido diferenciar ni hacer atractiva al público que hizo de Wii una de las consolas más vendidas de la historia y, sobre todo, la escasez del principal capital de Nintendo, sus juegos, hacen que Wii U esté en peor situación de lo que estuvo jamás Gamecube, el conocido fracaso comercial de la Gran N.
Este año, de nuevo, la marca presidida por Satoru Iwata vuelve a apostar por la presentación grabada en vídeo, al más puro estilo Nintendo Direct, como ya hicieran el año pasado. Curioso que, cuando más interés y revuelo necesitan generar, ignoren la repercusión de una gran conferencia en directo. Sea como fuere, la presentación de un nuevo The Legend of Zelda roza lo obligatorio y está en todas las quinielas más allá del resto de sorpresas que depare la compañía: ¿nuevo Metroid? ¿el regreso de StarFox? ¿Miyamoto trabajando en una nueva IP? ¿Retro Studios al rescate? Por estudios, trayectoria y número de propiedades intelectuales, desde luego, no será. Faltará ver si Nintendo confía realmente en Wii U y así lo demuestra. Por otro lado, queda claro que el apoyo a 3DS seguirá siendo tan excelente como este último par de años, ofreciendo un catálogo más que notable.
Microsoft, por otro lado, llega al E3 después de unas semanas un tanto controvertidas. Después de las críticas encarnizadas y masivas después del anuncio oficial de Xbox One, la compañía de Redmond dio marcha atrás en todas aquellas políticas puestas en duda por su cariz excesivamente recaudatorio y draconiano y, despido o dimisión mediante, Don Mattrick, cabeza visible de la división Xbox, abandonó el barco. Ahora, hace tan solo unos días, Phil Spencer nuevo jefe de la división, anunciaba la decisión de eliminar Kinect (el otrora parte fundamental e inseparable de la experiencia Xbox) dando, de nuevo, marcha atrás con respecto a su filosofía.
Además de esto, en el tiempo transcurrido con Phil Spencer a la cabeza, los jugadores hemos tenido la suerte de comprobar que el jefe de división apuesta por los videojuegos como núcleo principal por encima de demás contenido social y multimedia. Conocidas son sus promesas de un E3 que tratará de “juegos, juegos y más juegos” y del que ya han aligerado carga anunciando oficialmente Halo 5: Guardians y Forza Horizon 2, no precisamente juegos menores. Microsoft está peligrosamente lejos de Playstation 4 en cifras de mercado con lo que, también, necesita revitalizar las ventas su consola. El primer paso, la rebaja de 100€ para igualar precios, está dado; ahora falta lo que nos importa a todos: “juegos, juegos y más juegos”. Además de fijar fechas para Fable Legends, Quantum Break y Sunset Overdrive, echar un ojo al nuevo Gears of War y, ojalá, poder ver alguna nueva IP, supondría un empujón más que notable (y necesario). ¿Se acordarán del público japonés?
Por último, en mejor pero no por ello óptima forma, llega Sony con Playstation 4 y PS Vita. A esta segunda lleva ignorándola sobremanera ya un par de años cuando más falta le ha hecho con lo que las esperanzas de un gran apoyo por parte de la marca japonesa son bastante escasas más allá de ciertos títulos cross-buy y una nueva retahíla de pequeñas obras independientes.
Playstation 4, por su parte, es la consola de nueva generación más vendida hasta el momento gracias a la mejor relación potencia de hardware/precio de las tres. Pero, sin duda, es la consola que más atrás se queda si hablamos de títulos exclusivos que son los que, al fin y al cabo, están ahí para desequilibrar la balanza en pos de una marca u otra. Knack y Killzone: Shadow Fall, ha quedado claro, son meras medianías que quedan muy lejos de grandes propiedades intelectuales exclusivas de la compañía como pueden ser God of War o Uncharted. La lógica dice que podremos saber algo más de ésta última y su cuarta entrega pero poco más sabemos sobre qué le depara el futuro a los poseedores de Ps4. The Order: 1886 y Driveclub, que tenía que haber llegado hace más de medio año, estarán ahí en la recta final del año. Pero si uno echa el ojo a la competencia, queda patente que Sony necesita añadir más efectivos a un catálogo demasiado escuálido por el momento. ¿Tocará ver lo nuevo de Santa Mónica? ¿será el rumoreado Project Beast de From Software una realidad?
En definitiva, desde que la ansiada nueva generación pisara la calle, la sensación predominante es la de escasez de títulos exclusivos y llamativos, el abuso del desarrollo intergeneracional y lanula explotación de ese potencial técnico que se nos prometía. Se acerca ese momento del año, arañando el verano, en el que toca volver a ser niño, volver a emocionarse y vivir con ilusión las novedades del mundillo. Se acerca el E3, please be excited.