Los juegos que consiguen que te suden las manos sin que hayas disparado una sola bala son escasos, Ready or Not es uno de ellos. No porque se sustente en un terror clásico ni porque busque el impacto fácil, sino porque su propuesta es tan densa, táctica y opresiva que cada esquina se convierte en una decisión vital. Su llegada a consolas, concretamente a PS5, ha sido tan celebrada como debatida, y no es para menos. La versión que ahora aterriza en el ecosistema PlayStation trae consigo no solo el bagaje de su paso por PC, sino también un inevitable peaje de adaptaciones y censura. Aun así, mantiene intacto ese pulso narrativo en el que cada misión se convierte en una batalla psicológica.
Nunca es tarde si la dicha es buena
Void Interactive es el pequeño estudio irlandés responsable de este proyecto que, desde sus inicios en acceso anticipado, dejó claras sus intenciones: construir una experiencia táctica de verdad, sin concesiones arcade, y tomando como referencia directa al clásico SWAT 4. El juego debutó en PC en 2021 en formato anticipado, pero no fue hasta diciembre de 2023 cuando se consideró su versión «completa». Durante ese tiempo, fue ganando una comunidad fiel, sobre todo entre jugadores que echaban de menos una experiencia centrada en la estrategia, la comunicación en equipo y la presión realista. Ahora, en 2025, aterriza por fin en consolas, con versiones para PS5 y Xbox Series, con la promesa de mantener esa identidad a pesar de las limitaciones propias del ecosistema cerrado.

Ready or Not propone encarnar a un agente de una unidad especial de la policía en la ciudad ficticia de Los Sueños. Hasta aquí, podría parecer un FPS más, pero la clave está en la forma: cada intervención es un despliegue táctico en escenarios realistas, hostiles y muchas veces impredecibles. El ritmo es lento, casi quirúrgico.
Hay que limpiar habitaciones, negociar rendiciones, evaluar riesgos constantes. La variedad de situaciones es uno de sus grandes activos (rescate de rehenes, intervenciones antidroga, amenazas con explosivos, sospechosos atrincherados…). Además, el juego obliga a seguir protocolos de actuación: disparar sin motivo penaliza, la letalidad está reservada para casos extremos y la evaluación final de cada misión se basa en el cumplimiento riguroso de las normas. Todo ello se traduce en una experiencia que no se parece a ningún otro shooter contemporáneo.
Por fin en consolas
La llegada a consolas planteaba una duda evidente: ¿cómo trasladar esa sensación de control total y gestión táctica a un mando tradicional? La respuesta es agridulce. Por un lado, se ha hecho un trabajo notable en la adaptación de los controles, permitiendo manejar comandos, interacciones contextuales y cambios de postura sin que resulte torpe o lento. Sin embargo, también se notan las limitaciones en fluidez, especialmente cuando el entorno exige rapidez y precisión.
El juego ofrece dos modos gráficos (rendimiento a 60 fps y calidad a 30 fps), pero la diferencia visual entre ambos es escasa, mientras que el modo rendimiento sufre caídas puntuales que afectan la inmersión. A nivel artístico, mantiene esa estética sucia y realista que tan bien le sienta al tono del juego, aunque en ciertos momentos los escenarios se sienten más vacíos que en su versión de PC. En cooperativo, eso sí, sigue siendo una delicia: la coordinación con otros jugadores hace que todo brille, que el riesgo sea compartido y que cada victoria se celebre como un alivio genuino.
Hablemos de censura
Uno de los puntos más comentados de este desembarco en consolas ha sido la censura. Y con razón. Para cumplir con los requisitos de certificación en PS5 y Xbox Series, Void Interactive se vio obligado a eliminar ciertos elementos que estaban presentes en la versión original de PC: escenas con desmembramientos, ejecuciones de civiles e incluso contenido relacionado con menores.

Lo llamativo es que estos cambios no se limitaron a la versión de consolas, sino que también se aplicaron en la de PC, lo que provocó un notable enfado en la comunidad, acusaciones de autocensura y un visible review bombing. El estudio justificó la decisión como una medida pragmática, pero el daño estaba hecho. Y lo peor: en un juego que basa buena parte de su atmósfera en la crudeza y el realismo de sus situaciones, cualquier tijeretazo se nota más de la cuenta.
Nuestras conclusiones
Ready or Not no es un shooter para todos. No está pensado para quienes buscan acción rápida, espectacularidad ni explosiones cada diez segundos. Es una propuesta que exige calma, paciencia y cabeza.

Su versión para PS5, a pesar de sus recortes, sigue siendo una experiencia intensa, desafiante y notablemente fiel a su esencia original. Tiene margen de mejora (sobre todo en estabilidad y pulido), pero también tiene una personalidad propia que lo distingue del resto. Si estás dispuesto a pensar antes de disparar y a fallar antes de aprender, aquí tienes uno de los juegos más absorbentes del año. Incluso con censura, Ready or Not sigue siendo eso: un ejercicio de tensión brutal donde las balas son el último recurso y el miedo, el primer enemigo.