Cuatro décadas después de aquel salto que lo cambió todo, el fontanero más famoso del mundo sigue en plena forma. Las celebraciones del aniversario ponen el foco en su origen, su impacto y el camino que se abre ahora para una saga que no entiende de modas ni de edades, una trayectoria que, para muchos jugadores, es sinónimo de videojuego. En este contexto de efeméride, Nintendo y su personaje estrella vuelven a ocupar titulares dentro y fuera de la industria.
Más allá de la nostalgia, hay hechos incontestables: su debut en 1985 redefinió el género de las plataformas y marcó a varias generaciones con una fórmula tan simple como universal: correr, saltar y superar obstáculos. Con el paso del tiempo, la franquicia ha sabido renovarse sin perder su identidad, convirtiéndose en un icono cultural que trasciende la consola gracias al cine, la música y experiencias temáticas.
El origen y la revolución de 1985

Antes de llamarse Mario, el héroe apareció en 1981 en el arcade Donkey Kong bajo el apodo de Jumpman, fruto de la visión de Shigeru Miyamoto. Aquel personaje de pocos píxeles, con gorra y bigote por pura economía visual, nació para ser reconocible en pantallas modestas y acabó por definir un lenguaje propio en los videojuegos.
La dupla con Luigi, el enfrentamiento con Bowser y la misión de rescatar a la princesa Peach establecieron una narrativa sencilla pero eficaz. El planteamiento, apoyado en controles precisos y respuestas claras, demostró que la accesibilidad y la profundidad pueden convivir, convirtiendo a Mario en sinónimo de jugabilidad pulida.
En números, el primer Super Mario Bros superó holgadamente las decenas de millones de copias vendidas, consolidando la saga en consolas sucesivas. Con cada generación, desde el 2D de 8 bits hasta el 3D de Nintendo 64 y más allá, el personaje y su mundo han evolucionado manteniendo intacto su ADN.
Un fenómeno cultural que trasciende el videojuego

El universo de Mario no se quedó en el mando: dio el salto a cómics, series animadas, productos de todo tipo y parques temáticos como Super Nintendo World. Esa expansión transmedia explica por qué su silueta y su música forman parte de la memoria colectiva, más allá de los jugadores veteranos.
En el cine, el recorrido tuvo luces y sombras: la adaptación de 1993 no funcionó, mientras que ‘The Super Mario Bros. Movie’ (2023) arrasó en taquilla con una recaudación que superó los 1.360 millones de dólares. Con la siguiente película ya en preparación para los próximos años, la marca demuestra su vigencia en la gran pantalla y su capacidad de conectar con nuevas audiencias.
La identidad sonora también ha sido clave. Las melodías de Koji Kondo y efectos tan reconocibles como el tintineo de las monedas se han convertido en seña de identidad. Durante décadas, la voz de Charles Martinet dio vida a expresiones populares del personaje, aportando carisma y un toque humorístico inconfundible.
Todo ello ha contribuido a que Mario ocupe espacio en exposiciones y museos, y a que figure en debates culturales sobre el valor artístico del videojuego. Para muchos curadores y expertos, Mario simboliza el salto del videojuego a la categoría de fenómeno cultural de alcance global.
Juegos, cifras e influencia continua

La franquicia ha firmado títulos clave en cada década: del pionero Super Mario Land en portátil al revolucionario Super Mario 64 en 3D, pasando por hitos como Galaxy, 3D World, Odyssey o Wonder. Entre los derivados, destaca con luz propia Mario Kart, un fenómeno de carreras accesible y competitivo que une a jugadores ocasionales y veteranos.
En términos comerciales, la serie suma cientos de millones de copias en el conjunto de sus entregas, con la aventura original vendiendo más de 40 millones. Este desempeño sostenido, unido a su peso en el catálogo de cada consola de la casa, explica la condición de Mario como pilar estratégico de Nintendo.
El presente de la marca también pasa por el directo al consumidor: retransmisiones en Twitch y YouTube, speedruns y creaciones de la comunidad con herramientas como Super Mario Maker. Esa participación activa ha ampliado el alcance del personaje, reforzando una comunidad intergeneracional que comparte retos y nostalgia.
Mirando al corto y medio plazo, Nintendo acompasa la celebración con relanzamientos y proyectos que actualizan grandes clásicos para plataformas actuales, a la vez que perfila nuevas entregas. Sin concretar más allá de lo confirmado de forma oficial, la estrategia combina memoria y novedades para mantener viva la chispa que encendió en 1985.
Cuatro décadas después, el bigote, la gorra roja y el salto preciso siguen representando algo más que un juego: un lenguaje común entre padres e hijos, y un ejemplo de diseño que resiste el paso del tiempo. Con una base sólida, éxitos en cine y una comunidad vibrante, Mario encara su futuro con la misma energía que lo hizo eterno.