A pesar de que pueda parecer algo digno de ciencia ficción, lo cierto es que a día de hoy son muchos los centros de investigación y desarrollo, financiados tanto con fondos públicos como privados, que trabajan en conseguir el camuflaje perfecto, es decir, esa capa protectora que, aplicada a cualquiera objetos, sea cual fuere su tamaño, sería capaz de hacer que este se vuelva invisible para el ojo humano.
Como seguro estarás pensando, esta técnica es sobre todo interesante sobre todo para ser aplicada en un entorno militar, de ahí que sea este el sector del mercado que más fondos está invirtiendo hoy día en este tipo de proyectos. Llegados a este punto me gustaría que nos centrásemos en hablar del nuevo descubrimiendo que acaban de publicar un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas de Montreal ya que, a pesar de que su metodología, de momento, no es infalible, aseguran que su trabajo supone un gran avance en la búsqueda de la invisibilidad.
Capa de invisibilidad espectral es el nombre con el que ha sido bautizado este interesante proyecto
Entrando un poco más en detalle y, tras analizar el paper que ha sido publicado oficialmente por el equipo de investigadores, no encontramos con que su dispositivos, bautizado oficialmente con el nombre de capa de invisibilidad espectral, es el primero de su tipo en conseguir manipular el color, o más bien la frecuencia, de las ondas de luz con las que interactúa un objeto en concreto consiguiendo que este se vuelva invisible para el ojo humano.
Sin entrar demasiado en detalle, sobre todo por que un servidor ni mucho menos es un experto en óptica, comentarte que el trabajo de este grupo de investigadores se ha centrado en algo tan simple como explotar el pequeño rango de frecuencias que nuestro ojo es capaz de percibir del espectro electromagnético.
Esta capa de invisibilidad es capaz de modificar el espectro electromagnético para hacer invisible a la vista un objeto
De una forma muy simple, comentarte que dentro de la luz visible existe un completo rango de colores que somos capaces de percibir, colores que van desde el violeta hasta el rojo, siendo estos los dos extremos visibles por el ojo humano. Dentro de este campo existe en concepto de banda ancha, esto no deja de ser otra cosa que el hecho de que las fuentes de luz contienen más de una frecuencia específica.
Literalmente cuando ‘vemos‘ algo, lo que realmente sucede es que estamos contemplando la interacción de estas frecuencias de luz con el objeto. Un ejemplo sería el que cuando la luz del sol luce contra un automóvil azul, el automóvil refleja la frecuencia la luz azul mientras que otras frecuencias de color simplemente pasan a través del objetos. Esto es precisamente lo que aprovecha el dispositivo de camuflaje que ha sido desarrollado por el Instituto Nacional de Investigaciones Científicas de Montreal.
Para hacer que el objeto parezca ‘invisible‘ los investigadores han diseñado un filtro especial que es capaz de cambiar temporalmente las frecuencias verdes en el espectro de banda ancha que brilla sobre un objeto en cuestión. Posteriormente se utiliza otro segundo filtro para conseguir cambiar de nuevo estas frecuencias a verde en el otro lado del objeto.
Ya se trabaja en una evolución capaz de hacer que cualquier objeto, de cualquier tamaño y forma, sea completamente invisible
Gracias simplemente al uso de estos dos filtros se ha conseguido que cualquier objeto sea invisible para el ojo humano. Lamentablemente y a día de hoy este proyecto tiene sus limitaciones ya que, tal y como aseguran los responsables del proyecto, de momento tan sólo funciona en una dirección y la mirada del espectador debe seguir la trayectoria de la luz mirando directamente al objeto a través del primer filtro.
A día de hoy el grupo de investigadores está trabajando en conseguir que un objeto sea invisible desde todas las direcciones. A pesar de esta limitación, a día de hoy, el dispositivo podría ser interesante a la hora de ayudarnos a proteger nuestras telecomunicaciones ya que las compañías podrían conseguir que ciertas frecuencias a lo largo de sus redes de fibra óptica fuesen ‘invisibles’ consiguiendo así que terceras partes usen la luz de banda ancha para espiarlas.